La llegada de Enero supone empezar un nuevo año y para muchos supone una larga lista de buenos propósitos.
“Hacer más ejercicio”, “Apuntarme a clases de inglés”, “Dejar de fumar”, “Comer más saludable”…
Sin embargo, uno que nos suele faltar en nuestra lista es el de llevar las cosas al día o siendo más realistas, procrastinar menos que el año anterior. Por ello, este año vamos a incluir en nuestra lista de propósitos para 2020: DEJAR DE PROCRASTINAR.
¿Qué significa PROCRASTINACIÓN?
La palabra procrastinar proviene del latín cras que significa mañana o adelante. Y es precisamente la lógica que tenemos cuando posponemos. Es decir, dejamos para luego las cosas, y se va formando un círculo vicioso entre la ansiedad y la culpa que genera aún más ansiedad.
En mayor o menor medida, todos procrastinamos en algún momento del día. Por ello hay que diferenciar a aquellas personas que simplemente aplazan algo de forma puntual, de aquellas que hacen de la procrastinación un estilo de vida. La persona que es procrastinadora pospone habitualmente asuntos o temas importantes convenciéndose a sí mismo que “luego” será el mejor momento para llevarlo a cabo. Esta posposición conlleva, en muchísimos casos, que no lleguen a alcanzar sus metas personales.
Las personas que acuden a consulta por este tema siempre me preguntan: “Pero, ¿por qué procrastino?” Suelo explicarles que cuando el placer parece ser inmediato, tendemos a elegirlo frente al beneficio más largo. Es decir, nos cuesta renunciar a ese bienestar a corto plazo (bienestar que en muchas ocasiones es falso o muy efímero ya que después nos sentimos culpables). Nos solemos consolar convenciéndonos de que ahora tenemos cosas más importantes que hacer o que después será un mejor momento. Hay personas que crean una argumentación respecto a después será el “momento perfecto” y que serán “más productivas”. Sin embargo, no suele ser así ya que aparecerá otro motivo que nos limite a alcanzar aquello que realmente queremos.
Ciclo del hábito de procrastinar:
Cuando posponemos y dejamos pendientes cosas para más tarde, intentamos creernos de que es porque existen cosas más urgentes, o porque vas a ser más productivo más tarde. En realidad, estás enredándote en un círculo vicioso entre la ansiedad y la culpa.
- Primera fase: tienes que realizar esa tarea, y sientes ansiedad, pereza e inseguridad al pensar en realizarla.
- Segunda fase: tu cerebro entra en “piloto automatico” y se convence de que hay otras tareas pendientes que son más importantes. Así te sientes mucho más productivo con esa actividad “más importante” que has elegido que no es una prioridad real en ese momento. Por ejemplo, “tengo que escribir un post sobre la procrastinación, pero tengo que ordenar y limpiar mi mesa de trabajo ya que esto me ayudará a ser más organizada”.
- Tercera fase: al haber rechazado esa primera tarea y haberme creado esa ansiedad, mi cerebro ha asociado como algo negativo el “escribir el post sobre la procrastinacion” y sigue buscando excusas para distraer mi Además, recurro a excusas racionales que me tranquilizan “si no ordeno y limpio la mesa y el despacho no voy a poder ser organizada con todos los post que tengo que escribir”, o “es mejor que recoja ahora el despacho y la mesa y mañana escriba los post porque tendré más tiempo”.
Y así he formado el círculo vicioso de la procrastinación: cuando pienso en la tarea que me propuse en un principio, vuelvo a sentir culpa y ansiedad, y vuelvo a la segunda fase.
¿Por qué tenemos el hábito de procrastinar?
Diferentes autores han estudiado mucho este tema. Por ejemplo George Akerlof el economista ganador del premio Nobel, escribió un ensayo acerca de la dinámica de la procrastinacion (curiosamente el señalaba que era una víctima de este hábito). Él comentaba que pospuso el envío de un paquete a un amigo durante 8 meses, siempre estaba a punto de enviar la caja pero ese momento no llegó nunca. Él llegó a la conclusión de que la procrastinación podría ser algo más que un mal hábito y que en realidad podría tratarse de un impulso natural de las personas.
De hecho, el número de personas que han admitido procrastinar ha aumentado en los últimos años de forma considerable. Y por si fuera poco, hay un estudio reciente que ha descubierto que la tendencia a procrastinar podría estar en nuestros genes.
Si bien es cierto, que existen muchas razones para procrastinar hay algunas que podríamos señalar cómo las más comunes:
- La actividad que tenemos que realizar no es un hábito (y entra en conflicto con nuestros hábitos):
Es decir, es habitual encontrarnos a personas que posponen las cosas porque esa tarea entra en conflicto con uno de sus hábitos establecidos. Es decir, nos va a costar un esfuerzo extra realizar algo que no forma parte de nuestra rutina (además, es más costoso si la tarea es desagradable para nosotros).
- Nuestras expectativas no empatan con la realidad:
Es habitual que pensemos que una actividad va a ser fácil y que al empezarla nos damos cuenta de que no es así. Esto nos genera una resistencia para continuar con dicha tarea. Y también ocurre al contrario, muchas veces tenemos la expectativa de que se trata de una tarea compleja y que nos va a requerir mucho esfuerzo y, por eso sentimos esa resistencia antes de empezar con la actividad.
- Queremos tener una recompensa inmediata:
Ten en cuenta que no solemos tener consecuencias negativas inmediatas. Por ejemplo, estar en el sofá viendo Netflix es más cómodo que salir para ir al gimnasio. Enredarte contestando whatsapp es más cómodo que sentarte a acabar ese proyecto que has estado posponiendo. Comer pizza es más cómodo que empezar con una alimentación saludable.
- Tenemos miedo:
El miedo a fracasar nos paraliza y hace que dejemos esa tarea para evitar un posible fracaso en el futuro. Es habitual que las personas perfeccionistas procrastinen ya que suelen preferir evitar una tarea que sientan que están ejecutando de forma imperfecta.
Por el contrario, existen personas que tienen miedo al éxito. De forma inconsciente piensan que triunfar de alguna forma les va a llevar a asumir más tareas y tener más responsabilidades que no quieren tener.
- Sobre-estimamos nuestra productividad futura:
Pensamos que está bien posponer las cosas ya que vamos a realizarlas más tarde sin excusas. Creemos ciegamente en que el momento perfecto va a ser después. Pero cuando llega ese momento seguimos sin poder acabar, o peor aún sin haber empezado.
Claves para dejar de procrastinar:
- Piensa en cómo te perjudica aplazar esa tarea, y en los beneficios a largo plazo que conlleva enfrentarte a ella.
- Deja de razonar contigo mismo y hazlo. Las excusas para posponer una tarea siempre son más platecentas, cambia ese pensamiento irracional y empieza ya, sin pensar. Focaliza tu atención en los beneficios a medio y largo plazo.
- Elimina las distracciones y establece fechas límite. Para ello es fundamental que crees un entorno adecuado que te permita estar concentrado.
- Establece tiempos de descanso: conseguirás que tu mente no acabe saturada.
- Prémiate cada vez que te enfrentes a tu mente y consigas superar la procrastinación.
- Prioriza y aprende a decir “NO”.
- Tus metas más difíciles, hazlas públicas eso te hará que te comprometas y que tu entorno social te pueda dar apoyo.
Focalízate en este propósito para 2020. Además te recuerdo que hay varios post dónde te hablo de la importancia de marcarnos objetivos alcanzables y cómo plantearnos objetivos realistas . No dudes en echarles un vistazo para tu lista de propósitos, objetivos y metas de 2020.
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