Resiliencia: cómo crecer ante la adversidad

“Con las piedras que me lanzas, construyo mi hogar”. Este aforismo tibetano resume claramente el post de hoy. Y es que en ocasionas la vida nos “lanza todo tipo de piedras” en forma de adversidad pero es comprensible y muy habitual que el dolor pueda llevarnos a adoptar un rol de víctima. Desde esa queja y frustración nos podemos ver arrastrados hacia la pasividad ante los infortunios que nos han tocado vivir. Y es entonces cuando solemos entrar en “bucle” y aparecen los: “¿Por qué a mi? o “¿Qué he hecho para merecerme esto?”. La búsqueda de algún culpable (ya sea externo o nosotros mismos) nos puede llevar a una actitud de injusticia que suele monopolizar nuestra vida.

Y entonces aparece un término poco conocido por la mayoría de la población: RESILIENCIA.

¿Qué es la Resiliencia?

La resiliencia es la capacidad humana de afrontar situaciones difíciles. Se trata de tener la habilidad para resurgir de la adversidad, saber sobreponerse, adaptarse, recuperarse e incluso salir fortalecido de aquellas situaciones complejas transformándolas en una situación de crecimiento personal.

Existen personas que son capaces de superar traumas y situaciones trágicas mientras que otras quedan atrapadas en esas circunstancias. La resiliencia es la capacidad de adaptarse a las tragedias, estrés severo, traumas o amenazas. Es el convencimiento que tienen las personas de salir fortalecido de aquellas situaciones en las que tienes prácticamente todo en contra. Habitualmente gracias a la perseverancia y la confianza puede surgir un comportamiento ejemplar en una situación de incertidumbre con un resultado altamente positivo.

La diferencia principal entre las personas resilientes y las vulnerables, es que ante las mismas situaciones las personas vulnerables no saben cómo enfrentar esas circunstancias y acaban hundidas y frustradas. En cambio, gracias a la resilencia las personas logran sobreponerse a esos sucesos y se adaptan de forma adecuada a lo largo del tiempo.

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¿En qué situaciones aparece la Resiliencia?

La capacidad de resistencia que posee el individuo para mantenerse firme en aquellas situaciones complejas cuenta con características de personalidad como: perseverancia, constancia, tenacidad, actitud positiva y acciones que le permiten “avanzar contra corriente”.

Estas capacidades se ponen a prueba en situaciones que nos provocan estrés prolongado. Por ejemplo, suele aparecer cuando fallece un ser querido de forma inesperada, ante una enfermedad grave, en situaciones de terrorismo o catástrofes naturales, la pérdida de trabajo o problemas económicos graves, etc.  Este tipo de sucesos no nos dejan indiferentes y nos producen una gran sensación de inseguridad e incertidumbre, además de un fuerte dolor emocional.

La resilencia es un proceso de continuo cambio que tiene como resultado la adaptación positiva del individuo en situaciones de gran adversidad.

 

¿Cómo es una persona resiliente?

Las personas resilientes se caracterizan por tener un estilo de pensamiento realista y flexible. Este tipo de personas cometen menos errores de pensamiento. Por ejemplo, no exageran los hechos y evitan sacar conclusiones de forma precipitada. Además, interpretan la realidad de un modo más objetivo que las personas no resilientes. Sienten y piensan que las situaciones adversas son una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Así mismo, son capaces de generar sus propios recursos para salir fortalecido de aquellas situaciones adversas que se les presenten.

Muestran un alto nivel de confianza en sí mismo y se proyectan hacia adelante para conseguir aquellos objetivos que se hayan propuesto. Son conscientes que pueden conseguirlos. Además, se muestran constantes y perseveran hasta que los consiguen.

¿Se puede aprender a ser resiliente?

La resilencia no se trata de una característica que se tiene o no se tiene. Implica una serie de conductas y de formas de pensamiento que se pueden aprender y desarrollar.

La resilencia aparece en los primeros contactos con nuestras figuras de apego (padres). Ya que es desde ese momento cuando empezamos a crear nuestra autoestima positiva, cuando tenemos nuestras necesidades satisfechas, nos sentimos amados incondicionalmente, recibimos protección y consuelo frente a los peligros externos, aprendemos a gestionar la angustia que surge ante acontecimientos traumáticos, etc.

Cuando en nuestro entorno cercano (familiar y educativo) contamos con personas que nos transmiten estas enseñanzas, en lugar de dejarse hundir por las adversidades, incorporamos la resiliencia de forma natural.

Sin embargo, aunque no hayamos tenido estos ejemplos de pequeños no significa que no podamos incorporar esta capacidad siendo adultos. La Resiliencia, al igual que la buena autoestima, la Inteligencia Emocional, la capacidad de resolver conflictos, la asertividad, etc son fortalezas que se pueden aprender, incorporar y/o mejorar a cualquier edad.

Es importante que seamos conscientes de que mejorar o adquirir la Resiliencia es un trabajo de crecimiento personal que va a implicar trabajar aspectos muy profundos como por ejemplo: la autoregulación emocional, el autocontrol, nuestro autoconcepto, nuestros valores, etc.

Las personas resilientes se crecen desarrollando sus fortalezas y potencialidades para superar aquellas situaciones adversas.

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